Esto lo podemos ver a diario, en el caminar de cualquiera en las calles de esta ciudad, desde Santa Cecilia a la Trinitaria, y de Urdesa a los Guasmos. Todos caminan indiferentes a la gente que hay a su alrededor, parece inexistente la conciencia que en cada persona esta el espíritu de Dios, pero Él, no sale en las portadas de revistas ni en los talk shows de mayor rating, para que estos simples mortales que estamos sobre la faz de la tierra y que hemos desarrollado el culto a la televisión podamos conocer más su mensaje.
Porque aún los noticieros, que cada vez más amarillistas transmiten a todo el mundo en sus imágenes de alta definición y color corregido por computadora, violentas escenas, ya sea de la guerra en Medio Oriente, del coche bomba en Bogotá, las carencias que están viviendo los haitianos o del hambre que pasa esa familia en una casita de caña sobre el Estero Salado, no hacen que reflexionemos sobre la importancia de la solidaridad humana. Seguimos pensando que todo eso se ve tan distante y que no podría sucedernos, o no recordemos que ya nos ha sucedido.
Aunque siempre hay gente que opina que es exactamente todo lo contrario, esa misma lluvia de información hace que estemos más pendientes de las calamidades que suceden a nuestro alrededor, y que nos involucremos en donaciones a causas bien nobles, pero que realmente tienen soluciones de fondo y no de forma. Dicho de otra forma, y como ejemplo, por muy noble que sea el dar (dinero o tiempo) a fundaciones que contribuyen al desarrollo de la niñez desamparada, más haríamos como sociedad el hecho que disminuyamos el número de pobres. ¿Es posible que queramos exculpar a nuestra conciencia de la ausencia de sentimientos y de la consecuencia de nuestras acciones, o la falta de éstas?
La verdad es que realmente no nos importa cuantas desgracias humanas veamos por TV, ni cuanta gente con su miseria a cuestas camine a nuestro lado, Nosotros vivimos para tratar (ni siquiera hacerlo) de vestir y lucir como modelos de Hillfiger, Dolce & Gabana o Prada, imitamos lo "Fashion" que está en las revistas, y ya estamos creando un mundo virtual para cuando el real sea demasiado crudo para que nuestra frágil existencia no choque con él.
Por otro lado, nos golpeamos el pecho en el sermón dominical, y nos llenamos la boca del “profundo amor al prójimo” que tenemos en nuestros corazones, cuando salimos a la calle y en pretexto de garantizar nuestro bienestar no nos importa hacer leña del árbol caído, o peor aún no perdemos oportunidad de recibir algún “dinerito extra" aún sabiendo de su dudoso origen, esto es, dicho en buen castellano, que somos susceptibles de caer en manos de la corrupción.
¿Algún día nos daremos cuenta que estamos siguiendo los modelos de conducta errados, y persiguiendo una imagen equivocada?, ¿Acaso, Jesús, que es Dios hecho hombre, no es un modelo de conducta humana perfecto? Yo, siendo un Agnóstico radical, (creo en Dios, no en las religiones) pienso que si, mientras exista un rastro de humanidad en nuestras almas, y tengamos el conocimiento y plena conciencia que el bien común se ve reflejado infinitamente en el bienestar individual, sólo basta empezar a ser un poco menos egoísta.
Se puede empezar con la gente que le rodea, compartir un poco más de aquellas cosas que no cuestan, que no tienen precio, un gesto, una sonrisa. Siendo críticos y analizamos cuanto tiempo al día tenemos una sonrisa en los labios, nos daremos cuenta que de las 24 horas, si sonreimos a lo sumo serían unos 15 o 20 minutos, el resto del tiempo estamos viviendo demasiado aprisa como para compartir todo lo bueno que hay en nuestros corazones. Empezaríamos a estar y ser más unidos, como familia, como compañeros de trabajo, como pueblo, y esa unión duraría más de la que sentimos cuando juega la selección. De ahí en adelante, algo cambiaría en nuestro comportamiento hacia los demás, no estaríamos tan desligados de nuestro rol como parte de esta sociedad.
Hay otras sociedades que ya lo han conseguido, Corea se levantó económicamente en 20 años después de una guerra, Japón lo logró aún después que hayan explotado 2 bombas atómicas, pero ¿cómo lo hicieron?, Se unieron como pueblo y trabajaron por un fin común, y lo han logrado. Los guayaquileños ya levantaron varias veces esta ciudad de las cenizas, y porqué ahora, no pueden hacer nuevamente este pueblo pujante y de una economía boyante (como la que atrajo a las comunidades extranjeras a residir aquí, de la misma forma que Europa lo hace ahora con los ecuatorianos), es porque tenemos que estar más aprehensivos a nuestras necesidades como humanos, aprender a eliminar nuestros errores, en fin hacer que se nos pegue un poco más la realidad que como un solo pueblo vivimos y a medir la consecuencia de nuestras acciones civiles.
Jorge Diko Vanegas

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